Y yo quiero dormir mi noche eterna,
con suave frialdad como tu frente,
como si despertara al día siguiente,
liviana de ropajes y serena.
Cubierta por blanca y tibia arena,
quisiera yo yacer eternamente,
¡ gentil morada!, sin temer la muerte,
tener cerca tu joven calavera.
Conozco por tí mi estancia postrimera.
Cautivo estás en jardin del inocente,
descansando en florida Primavera.
Ángel, de luz perpétua y transparente,
que me alumbras y me quemas, cual si fueras
fulgurante estrella y guardián silente.
Lola Obrero 2013. Poemario de luto blanco