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LAS PREGUNTAS IMPOSIBLES, por Francisco Gómez

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El escritor y periodista, Javier Cercas, último ganador del Premio Planeta por su novela “Terra Alta” inauguró la quinta edición del ciclo La dignidad de la Palabra que organiza la concejalía de Cultura de la city en coordinación con la asociación Frutos del Tiempo que este año cumple su gozoso treinta aniversario.

Muchas publicaciones detrás, muchos actos organizados, presentaciones de jornadas y homenajes a escritores y poetas. Los últimos años de la cultura literaria en Elche no pueden explicarse sin ellos.

Uno fue invitado por su actual coordinador, Javier Cebrián, a presentar al famoso escritor que conquistó el beneplácito masivo de los lectores tras la publicación de “Soldados de Salamina”en 2001 aunque su carrera como escribidor empezó tiempo antes cuando como el mismo Cercas decía “sólo meleía mi madre, mis hermanas y algunos amigos”. Su lanzamiento público vino merced a un artículo elogioso que dedicó a la obra Mario Vargas Llosa en el diario El País. Aquí quiero hacer un ínciso personal. Sé que he sido criticado por la presentación del Planeta en el Gran Teatro el pasado 20 de febrero. El público es libre y soberano. Tuve un fallo técnico al no acercarme lo suficiente al micrófono pero poco más. Preparé este acto durante dos meses y lo hice a conciencia. Cuando preparo algo, nadie dude que lo hago con profesionalidad y dedicación.

Me sorprendió Javier Cercas. Había visto muchas entrevistas al escritor catalán de origen extremeño, leído muchos artículos. Por supuesto conocía la novela que me atrapó y leí en poco tiempo. Temía que el autor estuviese subido al pedestal de la fama y el éxito y reconocimiento y los demás fuésemos meros lectores. Todo lo contrario. Lo vi un hombre cercano. Atento a cuanto se decía de él y participativo en los comentarios. Uno sabe, ya desdesu añorada etapa como periodista que los hombres y mujeres grandes son personas sencillas, amables y tratables en su hermosa y compleja profundidad. No me decepcionó para nada la persona y el personaje, un escritor traducido a treinta idiomas con reconocimiento internacional, uno de los cinco que pueden vivir de la literatura en España y que no se ha subido a su torre de márfil. Él mismo dice que el novelista escribe la partitura y los lectores la interpretan. Cada cual a su manera y le otorga muchas voces, una mirada o muchas aristas poliédricas. De ahí nacen las obras maestras. Las que perduran en este tiempo incierto en que vivimos.

Javier Cercas soltó varias perlas periodísticas que quizás no fueran estrictas exclusivas pero a uno le sonaron como nuevas. Durante la entrevista en el escenario del Gran Teatro que a Javier Cercas le gustó y me comentó que a su mujer le hubiera gustado verlo, ahora que se cumple el centenario de su creación cuando era el mítico Kursaal, anunció que el mosso d´esquadra, Melchor Marín, tendrá continuidad en nuevas entregas, incluso hasta crear una tetralogía. Un limpio de corazón, como él mismo lo denominó. De hecho, ahora está escribiendo una nueva entrega pues el final de Terra Alta es abierto y se abren muchas incógnitas con solución de continuidad. También anunció que a partir de mayo se rodará la versión en cine de otra de sus novelas, “Las leyes de la frontera”.

El escritor subrayó que esta novela surgió como fruto de la rabia y el dolor que le produjo el intento de secesión de Cataluña de España en 2017 y creó una historia novelada con una o varias preguntas complejas como en otras novelas suyas. ¿Es moral la justicia fuera de la ley? ¿La venganza es necesaria y justificable como pasaporte para saldar las cuentas del pasado? En este supuesto thriller policíaco donde impera la tercera persona y no la primera como en otras de sus novelas y no aparece el personaje Javier Cercas, ni la crónica, ni el ensayo, ni la autoficción, la historia de este hombre complejo que quiere escapar de su pasado que le persigue y se siente un antihéroe tras los atentados terroristas en Barcelona y Cambrills, es un binomio de cruces entre su vida actual y el pasado que le persigue.

Terra Alta es“aquel territorio abrupto, inhóspito, agreste, aislado, que se alargaba al sur de Cataluña, justo en la frontera con Aragón, del que apenas sabía que ochenta años atrás, hacia el final de la guerra civil había sido el escenario de la batalla más cruenta de la historia de España”.

Este jueves 12 de marzo, segundo capítulo con la escritura granadina Cristina Morales, ganadora del premio Herralde de Novela el año pasado con “Lectura fácil”, además de Premio Nacional de Narrativa en 2019. Como siempre a las 8 de la tarde en el centenario Gran Teatro. Esperemos que el jueves 2 de abril podamos ver a Bernardo Atxaga por estos lares, Premio Nacional de las Letras en 2019 y el sábado 25 de abril fiestorro literario en la Llotja Cultural de Altabix por el XXX aniversario de Frutos del Tiempo.

Como dice, Cercas, los políticos intentan simplificar las preguntas y situaciones complejas a esquemas simples para que el público se las trague cuando esta sociedad es ya adulta e inteligente. Los escritores, en cambio, se formulan preguntas complejas sin respuestas posibles o crean problemas donde parece no haberlos. Quizás por este motivo no se le vio la cara a ningún político conocido del roal en este acto con el premio Planeta como invitado. A lo mejor no están preparados para cuestiones complejas y quien evita la tentación, escapa del peligro…

Ordesa de Manuel Vilas, por Francisco Gómez

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Las preguntas que no hiciste se quedan y sigues con ellas”

A mis padres

A los padres de Manuel Vilas

A todos los buenos padres

A Juande

“Que te espere alguien en algún sitio es el único sentido”

He estado mucho tiempo sin escribir apenas nada. El verano frío que me ha azotado el corazón y mi alma me ha paralizado la pluma y la palabra. Sí, he leído. Mucho. Entre las obras que me han dejado desconcertado está “España”, del escritor aragonés, Manuel Vilas, preludio amoroso de una obra enorme para mí, “Ordesa”, de la que vino a hablar el pasado 9 de mayo en el Gran Teatro de la city de Elche nuestro autor en el cuarto y ¿último? Ciclo de “La dignidad de la palabra”, como insinuó el alma mater de estos encuentros literarios, Javier Cebrián.

El poeta ilicitano, ninguneado en estos últimos tiempos -en términos de gestión cultural pública-, subrayó que “nos situamos en la incertidumbre y no sabemos qué pensarán los nuevos dirigentes culturales sobre si continuará o no este ciclo. Sin cultura hay pocas cosas”. “Sentimos un inmenso placer por la respuesta del público y con las charlas que hemos disfrutado de Elvira Sastre, Juan José Millás, Antonio Moreno y ahora Manuel Vilas”. “Este ya es un ciclo consolidado que reivindica la palabra que nos dignifica”. Citó Cebrián una de las frases de Manuel Vilas que hago hondamente mías: “Que te espere alguien en algún sitio es el único sentido”.

Presentó el acto el poeta Pedro Serrano, con preguntas inteligentes, incisivas y reflexivas a las que contestó el también poeta y escritor con palabras sencillas, profundas y verdaderas. Quizás el mejor camino para ir a lo profundo es por veredas anchas y sencillas que te asaltan con preguntas por los recodos para preguntarte a ti mismo y salir de los laberintos.

Nos encontramos con Manuel Vilas en su hotel donde uno esperaba impaciente que le firmase “Ordesa”, un libro que tengo vilmente subrayado y con muchas anotaciones y que a nadie dejaré. Alguien que me lo pidió, lo sabe, y de allí nos encaminamos hacia el Gran Teatro al que por fin ya están arreglando el aire acondicionado.

Presenta Pedro Serrano a Vilas:

“Hay un poco de magia en esta sala, un poco de hechizo. El patio de butacas se sigue llenando de personas. Le apetecía a nuestro autor una horchata y unos fartons que nos han faltado. Manuel Vilas es un escritor afamado por su libro amarillo. De sus poemas se dice que hablan de su carácter autobiográfico. No ha escrito una poesía pequeño-burguesa. Su padre sostuvo entre sus manos su primer libro “El sauce”. El

hombre joven que fue, era un romántico y luego vino la rebeldía, la impostura ante el mundo”.

Empieza su charla Manuel Vilas. Lean y piensen, por favor. No hay desperdicio en sus palabras:

“Todo lo que he aprendido me ha costado muchísimo y en literatura también (este periodista cultural suscribe sus palabras) y cuando era joven también. Me costaba mucho plasmar lo que tenía en la cabeza. Soy de aprendizaje tardío. Según los años, cambia la vida y a los 20 no eres como quien soy ahora. La vida te hace ser completamente diferente”.

“Todo el mundo lleva en su corazón sus dramas personales. Todo ser humano tiene que enfrentarse al drama de perder a su madre y a su padre. El drama que yo quise escribir era una carta de agradecimiento y de ahí nació Ordesa”. “Las personas más importantes son tu padre y tu madre y lo descubres tarde y parece que no lo puedes decir”.

Serrano cuenta que Manuel Vilas es un melómano empedernido, un hombre que siente la música como un espacio de salvación, de liberación ante un mundo muchas veces absurdo, mientras suena Lou Reed, referente y devoción de Vilas. “Soy melómano serio. La música me ayuda a vivir. Mi relación con la música es compulsiva. Me calma, serena, te da alegría. Me toca una fibra interior como no lo hace la literatura”.

El poeta de Pinoso, que presenta ahora su último poemario en su pueblo natal, “Heredar la nada”, preguntó también a Vilas qué le parecía que le etiquetaran dentro de “La generación nocilla” y el supuesto parecido de la novela de Vilas “España” a una película de Tarantino. Vilas se las sabe todas y contestó: “Escribir hoy como lo hacía en 2005 con “España” lo veo muy lejano, que podía parecer una película de Tarantino. La vida me modela y las cosas que he vivido me han hecho cambiar muchísimo. El escritor de hace diez año no lo veo y lo siento distante. Tu corazón es el que manda. Te lleva de un sitio a otro. Igual me he hecho viejo…”

Llegamos a un punto de la conversación entre Serrano y Vilas donde hablan de cosas aparentemente simples y hermosas:

Vilas: “A mí me gustan mucho los zapatos (vino a buena zona). Los relojes, los perfumes. Mi madre nunca aceptó el envejecimiento y compraba cremas de 300 euros que gastaba enseguida. Las pagábamos mi hermano y yo y cuando le decíamos algo, ella contestaba: ¡Vaya hijos que tengo que no son capaces de comprarme las cremas que quiero¡”

Y aquí viene la vocación literaria y la decisión que pudo llevarle a la nada y le encumbró al todo. “He sido 33 años profesor de instituto y un día decides dejarlo si tienes una vocación. Me gustaba escribir y pensaba que era el momento de apostar, por una simple contabilidad de edad. Vivimos en una sociedad donde todo está planeado para que no pises las zonas de riesgo y acabas haciendo una vida que no te gusta. Sabía que me podía morir de hambre pero al final he podido vivir de la literatura”.

“Ordesa” fue calificado por los críticos y el público lector como el mejor libro de 2018 con más de 100.000 ejemplares vendidos en España y ediciones para

Sudamérica y otros países. El autor piensa continuar con su obra pues acortó el texto para que no fuera excesivamente largo y así se quedaron muchas cosas en el tintero que quizás vean una continuación…

“A mí me interesa la verdad. Que un libro me toque el corazón. La vida es maravillosa y su gran misterio y prodigio quiero verlo reflejado en los libros. Leo libros porque me gusta la vida. Cuando alguien te dice su verdad se produce un silencio, te bloquea y te deja en el sitio. Uno entiende mejor la vida cuando se vuelve más tolerante y te emociona más estar vivo. La primera obligación del ser humano es ser feliz, te toquen las condiciones que te toquen. Somos un éxito genético y llevamos detrás a nuestros abuelos, bisabuelos. Cuando escribí “Ordesa” vi que teníamos detrás generaciones de agradecimientos. “Ordesa” es una carta de agradecimiento a mi padre y a mi madre. Es importante conocer la cara y la vida de nuestros abuelos. Miles y miles de familias conocen hasta la vida de sus abuelos pero no las de sus bisabuelos. Tienes que recomponer cómo es tu familia. El ser humano necesita conocer sus raíces y saber de dónde viene. Entender que tienes un sentido, una continuidad del tiempo que da seguridad, firmeza en la vida”.

Manuel Vilas prosigue con sus meditaciones. Sigamos a la escucha:

“Los escritores son grandes alcahuetes. A mi padre le gustaba mucho la montaña y mi madre quería tostarse al sol. De vacaciones íbamos al Parque Nacional de Ordesa. Ahí sentí la permanencia del paisaje frente a la vida humana”.

Serrano comenta que “Ordesa” es un libro de una gran belleza poética. Miembros de su familia se personifican en grandes músicos. Atención a la respuesta de Vilas: “Escribí el libro porque yo quería mucho a mis padres. Hice una terapia legítima al morir mi madre. Un canto de amor y recuerdo a cómo fueron sus vidas y evitar que cayesen en el olvido. Tenía el arma de las palabras y eso hice: contar la verdad y volver a cuando era niño y tenía 8 o 9 años en los primeros años 70 y estaba muy unido a mis padres. El color amarillo es el color de la memoria, de las cicatrices del alma. Me preocupa el adiós a la vida. A cualquier ser humano le rompe por dentro. Atraer los muertos a la vida es adictivo. Las preguntas que no hiciste te queman y te quedas con ellas. Preguntas de tu familia que no hiciste se convierten en enigmas potentes que tienes que resolver con tu imaginación. Muchas conversaciones pendientes y te queda una sensación extraña, una tristeza misteriosa en el corazón”.

Su definición de “Ordesa”: “Es una novela de fantasmas y es un canto al Amor. El complejo sentimiento Amor donde caben tantas cosas y la condición humana alcanza su sentido. El Amor incondicional es el de los padres a los hijos, una ley atávica de la naturaleza. Los demás amores son temporales”.

Una anécdota simpática sobre su madre: “Mi madre buscaba el Santo Grial en la peluquería y en los médicos. Un día fuimos a un médico y éste le preguntó su edad y ella contestó: ¡Y a usted qué le importa mi fecha de nacimiento! Mi madre se pasó toda la vida en la cocina y encima no tenía lavavajillas”.

Y una definición de sí mismo para la poesía y la literatura que se aplica a sí e invita a los demás: “Cualquier ser humano a través de la imaginación puede convertir su vida en algo lúdico y maravilloso y es gratis la capacidad de reinventarte.

“Me encuentro a gusto en el relato autobiográfico. Desgasta mucho si tengo que inventarme las cosas. Quiero tener la certeza que las he visto y poderlas escribir. A través de los objetos y las cosas te comunicas con tus muertos. La novela es toda una carta de agradecimiento”.

Disculpad si este artículo ha resultado largo. La conversación de Pedro Serrano con Manuel Vilas no tenía desperdicio y he querido dar buena cuenta de ella. La lectura de “Ordesa” supuso para quien escribe una conmoción y el libro subrayado, anotado, leído, amado, forma parte principal de mi biblioteca. Si no lo habéis leído aún, os invito, os ruego que lo leáis. Después no seréis los mism@s.