El poeta y sin embargo amigo, Carlos Javier Cebrián nos anuncia que el próximo 9 de febrero a las 8.30 de la tarde piensa presentar su último libro “Bagatelas” en la Lonja Cultural de Altabix de la muy noble e idiosincrática ciudad de las Lanzas y la Festa, más conocida como Elche, editado en esta ocasión por Pliegos de la Palabra, un trabajo de orfebre y numerado para los degustadores literarios de las cosas personales.
Este libro que lo tenía en el cajón desde el año del Señor de 2003, ¿te acuerdas, recuerdas cuando me leías fragmentos y uno se quedaba blanco ante la finura del lenguaje, las cargas de profundidad entre lo cotidiano, los vaivenes del sentimiento amoroso?, ya lo conocía pero volver a leerlo me ha evocado tantas cosas, tantos buenos momentos que pasamos juntos. Dita sea, parece que me regodeo en el pasado que no volverá.
Ya en aquellas fechas, cuando leías esta suerte de diario de tus cosas cotidianas, nimias, tus bagatelas veía cómo aupabas la percepción de tus cosas hacia alturas más elevadas, menos radicales, más matizadas y te decía, ¿te acuerdas, recuerdas (vaya parece que le quiero pegar el aire a Mr. Proust)?, que tú estabas convocado, que tu poesía estaba destinada a fronteras más amplias y así sé que te has ido ya de peregrinaje con tus Bagatelas a tierras alicantinas a “El impulso heroico y la dimensión insondable” en una jornada fría y memorable que no olvidaré y donde uno se infló a vinos para quitarse el frescoret a golpe de lingotazos. Luego te marchaste a Murcia, preciosa mía, a “Los lunes literarios” del Zalacaín y ahora nos toca verte aquí en Elche, acompañado de música, que según tus ideas, si volvieras a nacer, tu aspiración sería dedicarte a la música, suma quizás de todas las bellezas que te embargan y embarcan más allá de este mundo mezquino donde vivimos.
“Bagatelas” marca una señal en la evolución de tu discurso en forma de prosa, no verso libre con que nos deleitabas y aguantábamos, dicho sea de paso. La casa, su entorno, las percepciones que te despierta, la cuestión sentimental siempre presente en tu poética aunque percibo en el libro un naufragio desde el amor al desamor que luego marcarías en un libro que, en mi opinión, señala un antes y después en tu obra, “Maneras distintas de Amar o des-amar” (2006, colección Altabix). La importancia de lo pequeño, las cosas que dan sentido.
Contemplación (página 14)
En la contemplación de lo considerado nimio se halla el misterio de las cosas. En esa prolijidad de lo minucioso reside el enigma de nuestra vida.
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En la contemplación de los rincones de este domicilio insignificante, en el análisis de cada objeto, de los adornos superfluos, hermosos, nos aguarda la belleza.
El oleaje del sentimiento amoroso, algo que casi todos hemos vivido y nos vemos reflejad@s, desde el amor hasta la derrota y su reverso amargo.
Verte Desnuda (página 7)
Decir amor, que esta vida, juntos, no es un fraude.
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Decir, amor, que esta vida, juntos, no es un desengaño. La vida es esto, así de simple…Deseamos con ese afán doméstico y perenne que nos caracteriza.
La destrucción y el amor (página 25, ¿os suena el título?)
Se desordena la vida si te escucho, si te siento irreconocible, remota…Se destruyen los cimientos levantados en la llanura de nuestro mundo…Es el desafecto el cauce que nos hace esclavos. La destrucción ocupa todo el horizonte, aquí, más allá.
En fuga (página 26)
Dices que estoy en fuga siempre, como si fuera esa mi única tarea…Que soy sombrío en mis adentros y estoy preso del pasado y las carencias. Dices que soy capaz de devorar mis propios afectos.
Esta pieza dice tantas cosas…me veo en ese espejo azogado.
Y tu definición del libro
Bagatelas (página 29)
Espero relatarte mis días cual hazañas…El protagonismo del héroe.
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Esto es mi escritura, el ejercicio ignorante de mis poemas. El intento malogrado del heroísmo, la composición usual de bagatelas.
Amig@s, les recomiendo vivamente que no se pierdan la lectura de este libro que traza un punto en la evolución del poeta y articulista, Carlos Javier Cebrián. Un libro que les hará vivir, pensar, sentir, emocionarse. Mal crítico, reseñista o estudioso te has buscado para diseccionar, analizar tu obra pues sabes que soy incondicional de tus cosas, mas no de tu equipo.
Por cierto, el capítulo o fragmento que más me gusta no es “Hormigas”. Te lo dejo para ti y tus seguidores. Uno se queda con “Retrovisor”, “En fuga” o “Región íntima”. Para gustos, flores de colores.
Ea, nos vemos el 9 de febrero en la “city” de Elche a eso de las nocturnas 8.30 en Altabix, en su Lonja Cultural.
Preparaos para disfrutar. Amén
Francisco Gómez
Autor: Carlos Javier Cebrián
ISBN: 978-84-945601-1-8
Octubre 2016
Colección: Pliegos de la palabra, 22
Ediciones Babilonia
http://www.edicionesbabilonia.com/index.php
precio: 10 euros (incluidos gastos de envío)
pedidos: <babiloni56@gmail.com>
REGIÓN ÍNTIMA.
En esta región íntima que delimita el estado de nuestras
cosas, nuestra nación o patria, según convenga entenderlo. En
esta región, decía, abrupta y cruel, te llevo adentro, como un
fuego que abrasa en el interior. Y es ese fuego la expresión de
todas las victorias forjadas a pulso, al rojo vivo de la sangre
poluta y derrotada.
No derrames una sola gota de tu sangre por mí, no se
merece tal sacrificio demente. No enarboles el sable asesino en
nombre de mi prédica o mi idea de justicia. Siempre es injusto
impartir justicia a fuego, en mi nombre o en el tuyo. Es cruel
clamar a Dios para decapitar al contrincante. Son las divinidades
estados de oídos sordos, repartidores de libres albedríos, solo
nosotros somos responsables de nuestros insultos y disparos.
No laves tus manos rojas en mis fuentes. No hundas tus filos en
el corazón de mis enemigos.
En esta región íntima que delimita el estado de nuestras
cosas, nación o patria, según convenga entenderlo. En esta
región, decía, abrupta y cruel, se me provoca un odio visceral
insano. Una tremenda sensación de llanto ahogado, en
ausencia de lágrimas.
EDIFICIO EN ABANDONO.
Detengo la mirada en la gran puerta enrejada del edificio
abandonado. Me doy cuenta, al hacerlo, de que lo hago cada
mañana, desde mi asiento, a través de los ventanales que me
cercan. Me encamino hacia la puerta y miro al interior de la
construcción en desuso, agarrado a los barrotes casi
carcelarios. Parece un patio penitenciario, pero no lo es. Adentro
se genera un silencio concluido en soledad, en víspera de
demolición. Los brotes bárbaros de gramal asaltan el recinto. La
maleza como metáfora del abandono. Puede escucharse un
residuo de vocerío –casi inaudible- en el eco, como huella de
rancia y esotérica pervivencia. Las voces de otros días ya
lejanos. Los vocablos y la algarabía de la actividad de antaño
que colonizaban el patio, los hangares, los almacenes. El
insólito y remoto lenguaje del comercio que aquí se
acostumbraba.