Maneras distintas de esperar (o des-esperar)
-o cómo estar enamorado de Irene Vallejo-
Publico hoy el número 25 de mis ejercicios de incertidumbre y lo hago después de haber publicado el 26. No se trata de un error en la correlación, ni de un olvido, lo hago a propósito, adrede, aposta. ¿Cuál es la razón para hacerlo, os preguntaréis, o quizá no? He mantenido esta correlación numérica no lineal porque este ejercicio estaba pensado antes que la redacción del anterior, el 26, que es, en definitiva, posterior. Ya he comentado aquí que la realidad nos asalta y nos bifurca y en su día necesité publicar mi homenaje a mi amigo Jesús. Otra razón es la dificultad. Me cuesta mucho escribir. Cada día me cuesta más. En verso, como dice Juan Bonilla1, después de ser ganado por esta intuición de que se me acabó el decir, estoy seco, sin motivos, sin fraseo, sin perspicacia. Yo siempre he creído que el escritor es aquel que escribe, ni más ni menos. No es una facultad, tampoco es, espero saber explicarme, un oficio, esto corresponde al escritor profesional, si es que esto existe. De tal forma que si uno no escribe, deja de ser escritor, sencillo, fácil.
Lee el resto de esta entrada →