NO ES LA HUIDA, ES EL VIAJE QUE LOS DEFINE, por Jesús Zomeño

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Hace unos meses escuché a Rafael Soler explicando que para un poeta, cuando hace prosa, cada palabra de la frase es esencial. El poeta, cuando hace prosa, se detiene en cada palabra hasta elegir la correcta. El «ser sublime sin interrupción», de Baudelaire, es una obsesión del poeta cuando escribe prosa.

Evidentemente, desde esa perspectiva, este libro muestra a un poeta que ha escrito una novela. Las palabras encajan y las frases son todas brillantes, no cabe desechar ninguna:

Tras el éxito de “El último Gin-tonic”, Rafael soler vuelve a hablarnos de la muerte.

Si en «El último Gin-tonic» es el análisis y descomposición de una familia ante el velatorio del padre; en esta nueva novela es la reacción de un grupo de amigos ante la muerte de uno de ellos y por eso aprovechan un premio de la lotería gastándolo como última bala que rompa los cristales del asilo, para respirar.

La película «Alguién voló sobre el nido del cuco» acaba cuando en el manicomio al protagonista le hacen la lobotomía y su amigo, incapaz de dejarlo vivir en ese estado, lo asfixia y huye por la ventana. «Necesito una isla grande» parece ser la continuación, aquí el protagonista muere en el asilo y los amigos, salen huyendo por la ventana –en sentido metafórico-, en una furgoneta –tan real como que no tiene rueda de repuesto-, lubricados con el premio de una lotería, hacia un destino irreal.

Y empiezo con esa referencia a un clásico del cine, porque la novela tiene un ritmo cinematográfico, estamos leyendo como viendo secuencias de una película. A veces una película de Jose Luis Garcí, otras veces una película de Luis García Berlanga, con guión de Rafael Azcona.

Sentido del humor no le falta a esta novela, es un modo agridulce de contemplar la vida, desde la experiencia pero con optimismo; por eso mismo, esta novela es una novela de personajes, hagan lo que hagan, todos resultan entrañables.

El argumento de esta novela podría parecer el de un folletín: unos viejos que se escapan del asilo para vivir la vida loca.

Sin embargo, el tema no es la huida hacia delante, sino la dispersión. La vida da lecciones y para los personajes la vida ya es otra distinta a sus sueños.

Los personajes se dispersan en sus vidas y trazan distintos itinerarios. Para unos será el reencuentro, para otros el viaje a ninguna parte y solo uno, a pesar de las apariencias, es el intenta viajar al futuro.

Hay tres personajes que regresan:

Carmina, «una señora con andares pacíficos, con unos pantalones negros y una chaqueta del mismo color, sencilla, de fondo de armario y mucho poder»; es una solterona romántica y soñadora, que además escribe, y  que descubre que el viaje a la playa la lleva a donde veraneaba con su familia cuando era niña y al lugar de su primer amor. Por eso, el suyo es un viaje de regreso al pasado.

Tomas, enfermo terminal, también hace un viaje de regreso al pasado, a su ideal de isla, al mito de cuando era joven y soñaba con una isla. ¿Por qué una isla? No es una isla del caribe, con música, ron y mujeres; es una isla mucho más silenciosa, es un regreso al pasado, lo que necesita es el aislamiento, una isla a cuatrocientos kilómetros de cualquier otro lugar.

En un momento dado es Tomas quien lanza el grito en una confidencia, arrinconado por la vida y la muerte; es cuando Tomas reflexiona y dice: «Lo que yo necesito es una isla»

«Tomas descubrió la isla de Aitutaki a la temprana edad de quince años, durante una convalencia que iba para un mes y que duro cuatro… » Y desde entonces, en su vida, «cuando algo se torcía, Tomas se iba a Aitutaki sin molestar a nadie. Unas veces paseaba por la orilla. Otras cogía un tambucho de confianza para navegar hasta el atolón, donde abundaba la pesca. Y otras, se recostaba bajo un árbol, a elegir, porque si algo había en Aitutaki eran árboles con conversación y sombra. Podía pasar allí seis horas o seis minutos que duraban muchos días, porque su sviajes eran instantáneos, sin equipaje, sin pasaporte pero con los ojos bien abiertos… »

En definitiva, para Tomas, el viaje es tanto como acabar un proyecto de su infancia, principio y final de una vida cuando la enfermedad ya lo corroe.

Por su parte, Julián, el hijo de Tomas, es otro de los personajes que regresan. Acompaña a su padre en la huida, con la mochila de un divorcio, una novia joven recién conocida y un fracaso profesional que amenaza ruina. Pero para él, a través de la novela, lo que completa es un viaje que le lleva de vuelta a su padre, al que descubre y con el que se reconcilia, acaso sin saber que pueda ser la despedida.

Más allá de los anteriores personajes que regresa, a continuación hay tres personajes que no van a ninguna parte:

Rocky, un boxeador fracasado cuyas «únicas pertenencias eran la desesperación y la pobreza, y que deseaba ser incinerado tan pronto abandonara el mundo delos vivos, donde se consideraba de prestado, y encima molestando». Es una persona estupenda pero sufre un retraso mental, por una lesión ocasionada por tantos golpes que recibiera como boxeador,  y su viaje es el viaje a ninguna parte, de alguien que cuando escucha tarda muchos segundos en darle forma y otros tantos segundos en responder. Esta persona no va a ningun sitio porque cuando llega, aún está preguntándose que de dónde ha salido. Es una nebulosa aparte, que gira en torno a sí mismo.

El Coronel, a pesar de su nombre, tampoco va a ninguna parte. Es el que no arriesga, que solo piensa en volver, el que tira la toalla cuando le advierten que peligra su plaza subvencionada en el asilo, porque sabe que su viaje es de ida y vuelva, atado con cuerda de medio metro, que no tiene futuro y que le queda solo sopa clara y croquetas congeladas en el asilo..

Y dentro de los que no van a ninguna parte, está Cris, una chica joven, de unos veinte años, que se encapricha de Julian en un bar, un hombre maduro, pero tampoco va a ninguna parte, porque está a la sombra de un macarra, un novio celoso y violento, que tirará de ella tan pronto chasquee los dedos.

Solo hay un personaje que intenta huir hacia delante, y ese es Liberto, Panocha para los amigos, quien pone el dinero y planifica la huida y empuja a los demás a la playa y al casino, para comprarse un loft. Anarquista, subversivo, optimista, sin mirar atrás, sin reproche, ni remordimientos; en ningún momento culpa a los demás ni les pide cuentas.

Pero queda hablar uno más, queda un ultimo personaje, el Pulga, el que muere en la pagina uno. El Pulga es el autentico protagonista del libro, está detrás de todos los que hacen los demás; la novela, en el fondo,  es el relato de cómo reaccionan todos ante la muerte de su amigo. Por eso es una constante del libro, porque todos reaccionan y ante esa muerte, que siguen recordando, intentan dar sentido a su vida, cada uno a su manera.

Y todo tiene un metáfora, que ustedes tienen que descubrir, porque en esta novela no vale gritar y tirarse por la borda al agua ante las cámaras, eso es poca cosa, en esta novela, a pesar de todos los insabores de la vida –o quizá por cuenta de los mismos- hay que subir al palo mayor, echar una última ojeada alrededor, gritar desde lo más alto y lanzarse a una muerte segura. Lo que esto último significa, ya deben averiguarlo en el libro.

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