RAFAEL SOLER, ÍNTIMO Y PERSONAL.

Estándar

(A propósito de su poesía completa)

Por Juan Lozano Felices

VIVIR ES UN ASUNTO PERSONAL

RAFAEL SOLER

OLÉ LIBROS

COLECCIÓN VUELTA DE TUERCA-POESÍA

17,31 euros.

Vivir es un asunto personal

Olé Libros acaba de editar, dentro de su colección Vuelta de Tuerca, Vivir es un asunto personal, volumen de más de seiscientas páginas que reúne la poesía completa de Rafael Soler a lo largo de 40 años. Desde Los sitios interiores a la coda Las razones del hombre delgado. Pero acertadamente, también se ha incluido un amplio apartado con su poesía dispersa, alumbrada en revistas literarias a lo largo del tiempo y que completa el cuadro.

No es precisamente Soler un poeta precoz ni que se haya prodigado demasiado. Habrá escrito mucho, sin duda, pero ha publicado lo justo; quizás siguiendo la máxima de Gil de Biedma, que mantenía que un poeta no debiera publicar más allá de seis o siete libros de poesía durante toda su trayectoria. Un poeta debe aprender a ser paciente y a editar con mesura, debe saber reposar los versos y así, al final de su camino, habernos legado una obra poética ya esenciada. No es extraño así que, entre los referentes de Rafael Soler, también encontremos poetas con una obra breve como es el caso de Claudio Rodríguez o el de Pedro Salinas. Convendremos que una obra poética abarcable no está reñida con la excelencia y, al contrario, una obra extensa y anchurosa, no siempre es sinónimo de calidad en términos absolutos.  Ese ejercicio de abstracción, esa autenticidad que se presume en la poesía, esa exigencia de tensar el lenguaje que requiere la lírica, nos puede llevar a un vacío creativo y a la repetición. Ello se traduce, como corolario, en que un poeta debe renovarse en cada libro y tiene que medir muy bien y dejar una obra abarcable y esencial. El propio Rafael, cuando se le pide una recomendación para los poetas jóvenes, siempre refiere que no hay que impacientarse ni desesperarse por publicar. Si con algo está reñida la poesía es con el utilitarismo y las prisas.

Me gustan los libros de poesía completa que abarcan un solo volumen, con un título propio y sustantivo, ya sean libros acumulativos como en el caso de Museo de cera, de José María Álvarez, Palabra sobre palabra, de Ángel González o Seguro que esta historia te suena de Karmelo Iribarren, donde estos autores van incardinando su obra; o  recopilaciones ulteriores como en el caso de  La realidad y el deseo, de Cernuda, Las personas del verbo de Gil de Biedma, Ensayo para una despedida de Francisco Brines, Primavera de la muerte de Carlos Bousoño o el reciente Las cosas como fueron de Eloy Sánchez Rosillo. Rafael Soler viene ahora a enriquecer el ya rico acervo de colecciones de poesía completa con nombre propio, con este Vivir es un asunto personal.

Debo decir que, en principio, me llamó la atención el hecho de que un libro definitivo como este no contase con un texto, si quiera breve, a modo de exposición o presentación que enmarcase la trayectoria del poeta y expusiera sus pilares estéticos. Pero, a poco que reflexioné sobre ello, intuí el porqué. No era necesario tal texto; es más, no era pertinente ni congruente. El poeta habla por sus versos. El título elegido por Rafael para su poesía completa funciona de manera exegética, pues de vivir y no de otra cosa hablan los versos de nuestro poeta. Podemos decir que su obra está nucleada en torno a la vida. Rafael Soler está extendiendo en su poesía su propia fe de vida, su poética es un pacto con su propia biografía. Para la vida no hay instrucciones de uso y cada cual va escribiendo el argumento de la obra según le va, como sabe o como puede, sabiendo de antemano que la empresa está condenada al fracaso. Entre el poeta y el lector no son necesarios intercesores ni árbitros.  Por lo tanto, el propio Rafael Soler ha dejado hablar al poeta ya desde el principio, desde el primer verso hasta el último. No sé si Rafael Soler ha escrito alguna vez algo parecido a una poética. Desde la Epístola a los pisones de Horacio, todos los poetas han tratado, de manera más o menos brillante, y a veces con fuegos de artificio, de desvelar el misterio de la poesía y su relación con la vida y las artes. En cualquier caso, estos inspirados versos suyos podrían ser, muy bien, el corolario de su poética:

Vivir es decidir

 y todo error es tu grandeza

pues solo cuando llegas

das por cumplido lo vivido.

Lo he dicho otras veces y lo ha reconocido en alguna entrevista el propio autor. Rafael Soler es un autor ambivalente, hay poetas que han incursionado en la novela y su narrativa tiene un sustrato poético. Este carácter forma parte del estilo y el sello personal de un autor. Pero Rafael, cuando escribe novela es un narrador puro y cuando su estado de ánimo se pone en “modo poeta” es un poeta puro. De hecho, dada la cronología, su primer poemario y su primera novela debieron tener un proceso creativo simultáneo. Haciendo balance, Rafael Soler ha editado a fecha de hoy seis libros de poemas, seis novelas y dos recopilaciones de cuentos, además de plaquettes y antologías. Las motivaciones que le llevan a esta dicotomía también son distintas. Quizás escriba prosa por el simple y maravilloso gusto de contar una historia y echar a andar a unos personajes; y escriba poesía por necesidad y compromiso con la vida. Como él mismo se encarga de decir en una entrevista, no ha habido de momento ningún incidente serio de convivencia entre el novelista y el poeta. En cualquier caso, yo veo a Rafael sustancial e ingénitamente poeta; y si a alguno de los dos hay que darle prioridad, yo se la daría al gran poeta que es y del que he recibido más de un acertado consejo.

Y digo esto sin perjuicio de haber disfrutado mucho con su narrativa. Pero es en su poesía donde yo encuentro al Rafael Soler más distintivo y particular. Por lo general, su dicción coloquial, para nada impostada, nos acerca al Rafael Soler más directo, más íntimo y personal, más luminosamente cotidiano. Soler es sensorial y sensual en la poesía amorosa, tendente a la evocación de un momento de plenitud. El otro polo sobre el que gira la poética de Rafael Soler es el existencial, pero con una veta aguda y cáustica, plena de hallazgos inesperados y desde luego ajena a la angustia vital que caracteriza a otros poetas. Es como si el poeta mantuviese, entre la inocencia y el abismo, una conversación galante con la vida y su reverso, la muerte. No es acaso el binomio Eros y Thanatos aquel que ha fijado temáticamente la lírica desde la poesía latina clásica, y hasta hoy.  

La auténtica poesía, y la de Rafael Soler lo es, tiene la virtud de que a uno le baste con leer tres o cuatro poemas para saciarse, para llenarse poéticamente. Yo diría que su poesía es como beber de un cóctel sinestésico que uno debe dosificar, saborear y degustar lentamente, como si, al circular por la lengua, uno hallase los más diversos tonos y matices. Deslumbrante a veces, otras confesional, otras irónicamente elegante, otras sugerente o efervescente, otras ligero y sutil y otras intenso y penetrante. Todo convenientemente agitado y el borde de la copa mojado con limón y sal, para darle cierto toque ácido.

No conocí personalmente a Rafael Soler hasta que, en 2018, desembarcó en Elche para la presentación de su novela El último gin-tonic. Desde luego, sabía quién era. Durante muchos años había sido como el eterno ausente, un Salinger castizo que había desaparecido de la escena literaria en la pleamar de los ochenta, con varios libros publicados y el éxito de cara. Su primer y único poemario había sido el prometedor Los sitios interiores en 1979, premiado con el accésit del Premio Juan Ramón Jiménez al mejor libro publicado por autores menores de 40 años. Siguieron dos libros de relatos y cuatros novelas. En 2009, tras 24 años de silencio editorial, volvía el poeta con gran éxito de público y crítica, y precisamente con un poemario llamado Maneras de volver. A éste siguieron, en 2011 Las cartas que debía, en 2014 el premiado Ácido almíbar y, en 2016, No eres nadie hasta que te disparan. De 2018 y 2019 son respectivamente sus novelas El ultimo gin-tonic y Necesito una isla grande; y de 2019 también la antología Leer después de quemar (Olé Libros), síntesis celebratoria de su obra poética, con la particularidad de que los poemas aparecen reordenados y volcados bajo nuevos epígrafes para conformar un arco argumental. Además, como justo homenaje a su rica inventiva en lo narrativo, se reeditaba en 2020 también por Olé Libros y en una hermosa edición, la novela El sueño de Torba, aparecida originariamente en 1983.

También, con buen criterio, Soler y la editorial han decidido incluir en esta “poesía completa” Las razones del hombre delgado, su último poemario hasta el momento, que ha sido publicado recientemente en Nueva York. Con todo lo cual, salvo error u omisión, el lector dispone, con este volumen, de toda la poesía publicada por Rafael Soler hasta hoy, distribuida por orden cronológico de edición de los poemarios, incluida la ultimísima poesía. La poesía dispersa, publicada en revistas, a la que hacía referencia al principio, está recogida al final bajo el epígrafe “Otros poemas”. Lo interesante de esta parte, en ningún modo menor o marginal, es la inclusión de poemas coetáneos de su primera etapa, hasta 1985; y poemas muy recientes, publicados en 2020 y 2021. 

Rafael se toma con seriedad su trabajo de escritor. Quizás por su ascendencia teutónica, es metódico y disciplinado como el náufrago de Luis Rosales. Rafael se levanta cada mañana y sale a la calle llevando consigo un cuaderno donde anota ideas o algún verso suelto que le pueda llegar de no se sabe muy bien dónde. Para ello, nuestro hombre ha sentido previamente la llamada, lleva una brújula en el bolsillo y se ha puesto “en modo poeta”, aprestado a la escucha. El lector que además sea poeta, sabe bien de lo que hablo. Yo le regalé un pequeño cuaderno durante la presentación de Leer después de quemar que reproducía la portada de un tratado veneciano del siglo XVII. Me hace especial ilusión pensar que alguno de los magníficos versos que pueblan la última parte de Vivir es un asunto personal puedan haber sido alumbrados en ese cuaderno. Si tuviera que hacer una semblanza de Rafael, yo diría que es un hombre ilusionado con lo que hace, que disfruta escribiendo, que se enamora escribiendo, que galantea con la vida cuando escribe. Es audaz, sugestivo y hasta temerario en la escritura pero, cuando deja de escribir vuelve a ser el tipazo elegante y cordial, amigo de sus amigos, con el que te tomas un gin-tonic y, en ese momento, en las distancias cortas, sólo tú y él existís. Por cierto, no olvidemos que el adjetivo cordial viene del latín cordis (corazón). Rafa es persona de gran donaire y apostura y tiene un tamaño considerable. Yo tengo el convencimiento de que es así porque un cuerpo más pequeño no hubiera podido albergar tan gran corazón.

Si Rafael Soler volverá a escribir poesía después de esta recopilación que, de momento fija su obra poética con cierto carácter testamentario es algo que ni el mismo poeta ha sabido contestar. Quizás todavía veamos una segunda o tercera edición de Vivir es un asunto personal ampliada con nuevos poemas, o quizás el Rafael puesto en modo narrador tome ahora el relevo para hacernos disfrutar con otras historias.  De una manera u otra, lo importante es que podamos contar con Rafa.

Elche, septiembre de 2021

Deja un comentario